mayo 8, 2025

Sarabia responde a rumores: niega distanciamiento con Petro y habla de “diálogo franco”

“Tengo muy buena comunicación con el presidente”, afirmó, subrayando que las diferencias son normales en el marco de un gobierno que, según ella, promueve el debate interno.
Sarabia el día de su posesión como canciller. Foto: Juan Cuellar
Sarabia el día de su posesión como canciller. Foto: Juan Cuellar

En medio de versiones que apuntaban a un posible enfriamiento en su relación con el presidente Gustavo Petro, la canciller Laura Sarabia salió al paso para desmentir cualquier tensión dentro del gabinete.

La declaración, ofrecida en un tono deliberadamente mesurado, apunta a calmar los rumores sobre eventuales fracturas entre la jefa de la diplomacia colombiana y el mandatario. “Nosotros como ministros tenemos una función esencial y es asesorar al presidente. Él define los objetivos en política exterior y en otras áreas clave. Las diferencias que puedan existir se tramitan con un diálogo franco”, señaló Sarabia.

Las especulaciones sobre tensiones con Petro surgieron en un contexto de cambios estratégicos dentro del gabinete y reacomodos políticos en vísperas del cierre del primer ciclo de gobierno. Sarabia, figura clave en el círculo cercano del presidente desde la campaña, ha enfrentado presiones tanto externas como internas, especialmente tras su paso por la Dirección del DAPRE y su posterior llegada a la Cancillería.

Frente a estas versiones, la canciller optó por restarles importancia: “No respondo a rumores ni a chismes de pasillo”, concluyó.

Laura Sarabia y Gustavo Petro: entre la cercanía política y las tensiones de poder

Gustavo Petro y Laura Sarabia. Foto: Juan Diego Cano

Gustavo Petro y Laura Sarabia. Foto: Juan Diego Cano

Laura Sarabia no es una figura periférica en el proyecto político de Gustavo Petro. Desde la campaña presidencial, y luego en sus funciones como jefa de gabinete, se convirtió en una de las personas de mayor confianza del mandatario. Su papel era operativo, reservado y estratégico. Actuaba como una bisagra entre los ministros, el presidente y actores clave del Gobierno.

Sin embargo, ese lugar de poder generó tensiones internas. Su estilo, caracterizado por un alto grado de control, manejo de agendas y filtración de decisiones clave, provocó incomodidades en varios sectores del Ejecutivo, incluso entre aliados. El escándalo de las interceptaciones ilegales (el “caso Marelbys Meza”) llevó a su salida temporal del Gobierno, pero no implicó una ruptura definitiva con Petro.

Su regreso como canciller, en 2023, no fue una rehabilitación menor: fue una señal política de que Petro aún confiaba plenamente en ella y le encomendaba una de las carteras más sensibles, sobre todo en medio de la redefinición de las relaciones exteriores del país.

La Cancillería como terreno de disputa política

Foto: César Carrión

Foto: César Carrión

Desde su llegada al Ministerio de Relaciones Exteriores, Sarabia ha buscado imponer un estilo sobrio y discreto, alejado de lo protocolario y tradicional que ha caracterizado a muchos de sus antecesores. En lo operativo, ha priorizado relaciones con países estratégicos del Sur Global y ha acompañado la narrativa de la “potencia mundial de la vida” que promueve Petro. Sin embargo, ha tenido que sortear fricciones en temas clave como Venezuela, la política hacia Israel y la coordinación con embajadores nombrados por cuotas políticas.

Las tensiones internas se agudizaron en el primer semestre de 2025, cuando fuentes del mismo Gobierno empezaron a filtrar versiones sobre su presunto aislamiento dentro del círculo presidencial. La desautorización pública de un discurso del entonces director de Prosperidad Social, Gustavo Bolívar —realizada en un evento donde Sarabia estaba presente— fue leída por sectores del Pacto Histórico como un mensaje indirecto también hacia ella.

Sarabia respondió días después en rueda de prensa, negando un distanciamiento y asegurando que conserva una “buena comunicación” con Petro. Aunque sus declaraciones fueron institucionales, dejó entrever que existen desacuerdos que forman parte de un “diálogo franco”. Ese matiz, lejos de desmentir las tensiones, las reconoció con elegancia.

La figura de Laura Sarabia sigue siendo clave en el engranaje del Gobierno Petro. Aunque las tensiones existen y pueden escalar, no hay señales claras de ruptura. Su permanencia en la Cancillería muestra que, al menos por ahora, el presidente sigue viendo en ella a una funcionaria leal y funcional a su visión de país. Sin embargo, en un Gobierno cada vez más marcado por luchas internas y presión externa, ninguna alianza es definitiva.

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Redacción El Objetivo

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