Rusia y Ucrania han acordado intercambiar 2.000 prisioneros de guerra —1.000 por cada bando— tras una reunión inicial celebrada en Estambul, en lo que representa el primer resultado concreto de un nuevo intento por abrir canales de diálogo entre los dos países tras más de dos años de guerra.
El asesor del Kremlin Vladímir Medinski, quien encabeza la delegación rusa, calificó el encuentro como “satisfactorio” y se mostró abierto a continuar las conversaciones. “Estamos dispuestos a mantener los contactos”, declaró a medios estatales como la agencia TASS.
La reunión en Turquía no trajo consigo avances inmediatos hacia un alto el fuego, pero Medinski señaló que futuras sesiones podrían abordar precisamente ese punto. Según el funcionario, Kiev reiteró su interés en facilitar una conversación directa entre los presidentes Volodímir Zelenski y Vladímir Putin, una idea que Moscú ha rechazado en el pasado.
Desde Ucrania, la postura fue más reservada. El ministro de Defensa y jefe negociador, Rustem Umerov, confirmó que se están considerando “varias modalidades” para seguir dialogando y que habrá un intercambio de documentos entre las partes. No ofreció detalles sobre nuevas fechas ni condiciones.
El intercambio de prisioneros, confirmado por ambos gobiernos, se presenta como un modesto pero significativo paso en un conflicto que ha dejado decenas de miles de muertos, millones de desplazados y tensiones geopolíticas de largo alcance. La medida podría allanar el camino para nuevas conversaciones, aunque analistas advierten que cualquier negociación sustantiva dependerá de condiciones en el terreno y de la presión internacional.
El canal de Estambul, auspiciado por Turquía, vuelve así a jugar un papel de mediación, como ya lo hizo en 2022 con el acuerdo del grano del Mar Negro. Sin embargo, persisten profundas desconfianzas entre las partes, y los llamamientos al diálogo siguen enfrentándose a los cálculos políticos y militares de ambos gobiernos.