El presidente de Colombia, Gustavo Petro, tuvo este domingo su primer acercamiento con el papa León XIV, en medio de la ceremonia de entronización que marcó oficialmente el inicio de un nuevo pontificado.
Según la agenda oficial, el encuentro será a las 10:30 a. m. hora de Roma (3:30 a. m. en Colombia) y servirá para entregar una carta de invitación formal al Papa para que visite Colombia. Pero más allá del gesto protocolario, el mensaje que Petro busca transmitir va mucho más allá de la diplomacia clásica.
La presencia de Petro en la misa de entronización no es una coincidencia menor. El mandatario colombiano ha intentado posicionarse como una figura global en debates como la justicia climática, la paz regional y la reforma del orden económico internacional. En ese marco, una reunión con el Papa representa una oportunidad estratégica para reforzar su narrativa progresista con un actor moral de talla global.
León XIV, por su parte, ha dado señales de querer reforzar la dimensión social del papado, en línea con las posturas de su antecesor Francisco, y ha expresado su interés en América Latina, una región donde la fe católica aún juega un papel clave en la legitimidad política.
Petro, exguerrillero y ahora presidente, llega al Vaticano con un discurso que ha oscilado entre el humanismo cristiano y la crítica a las estructuras de poder. No es casual que entre los temas que podría poner sobre la mesa esté la necesidad de una mediación papal en escenarios de conflicto, como el actual en Haití, el reacomodo geopolítico del continente, o incluso la crisis migratoria que impacta a toda América.
La delegación que acompañó al presidente en Roma durante la Ceremonia de Entronización del Pontificado del Papa León XIV.
Foto: Juan Cano.
La comitiva que acompañó al presidente refuerza esa intención de enviar un mensaje fuerte: además de la canciller Laura Sarabia, lo acompañan los ministros de Hacienda, Minas, Transporte, Ciencia, Comercio y el director de la Unidad de Gestión del Riesgo. La diversidad de carteras representadas no solo muestra músculo institucional, sino que revela que el gobierno busca interlocutar con el Vaticano en temas que van más allá de la religión: pobreza, transición energética, inclusión y reconstrucción social.
Esa apuesta también puede leerse como una forma de legitimación en medio de las crisis internas que atraviesa el Ejecutivo colombiano, en especial tras el escándalo de corrupción de la UNGRD que ha salpicado a varios aliados políticos del gobierno.
El presidente Petro conversando con su homólogo ecuatoriano Daniel Noboa en Roma.
Foto: Juan Cano.
Uno de los momentos que más llamó la atención durante la ceremonia fue la imagen de Gustavo Petro conversando con el presidente de Ecuador, Daniel Noboa. Esto, pese a que la relación diplomática entre ambos países atraviesa uno de sus momentos más frágiles.
Hace solo unas semanas, Petro puso en duda la transparencia de las elecciones ecuatorianas y condicionó el reconocimiento de sus resultados a la entrega oficial de las actas. Un gesto sin precedentes en la región, que tensó de inmediato los vínculos entre Bogotá y Quito. Sin embargo, la escena captada en el Vaticano sugiere que, al menos en los foros internacionales, se impone la cortesía por encima del desacuerdo.
Este tipo de contradicciones —saludos diplomáticos pese a roces bilaterales— es un síntoma del momento político de Petro: un presidente que busca consolidar su figura en el plano internacional mientras lidia con crecientes tensiones internas y externas.
Saludo entre el papa León XIV y el presidente de Colombia Gustavo Petro durante la ceremonia de Entronización del nuevo pontifice.
Foto: Juan Cano.
De cara a un segundo semestre cargado de desafíos, la reunión con el Papa puede ser un punto de inflexión simbólico para Petro. Le permite proyectar una imagen de estadista global, al tiempo que suaviza el desgaste que enfrenta por las controversias nacionales. También podría funcionar como un guiño a sectores católicos y moderados, que se han mostrado escépticos o incluso críticos de su gobierno.
Más allá de los gestos, lo que ocurra en esa conversación privada con León XIV podría marcar el tono de la relación entre el Vaticano y Colombia en los próximos años. Una relación que, como lo demuestra la historia reciente, puede jugar un papel clave en temas de paz, reconciliación y legitimidad política.