Arropado por una multitud que coreaba su nombre, Petro leyó una a una las 12 preguntas de la consulta popular que su gobierno propone para revivir la reforma laboral hundida por el Congreso. Con el micrófono en mano y empuñando la espada de Bolívar, el mandatario dejó claro que esta es una lucha por devolverle el poder al pueblo.
“El pueblo le ordena al Congreso aprobar la consulta, y yo sirvo de mensajero como presidente”, proclamó frente al Capitolio, al que señaló por haber frenado una agenda social que goza de respaldo popular. En un tono que recordó su campaña presidencial, Petro no solo defendió su reforma, sino que desafió al Legislativo a permitir que sea la ciudadanía quien decida sobre temas fundamentales como el pago justo por trabajo nocturno o dominical, y el acceso a la seguridad social.
Una Plaza llena, una reforma viva
El mandatario no llegó solo. Lo acompañaron ministros, congresistas del Pacto Histórico y representantes de comunidades indígenas, como la ministra de Ambiente Lena Estrada. Desde la tarima, Petro insistió en que no está en juego su figura, sino la posibilidad de avanzar en justicia social: “No me gusta reelegirme. Ya he ganado todo lo que podía ganar por medio del voto. Esto no es por mí, es por ustedes”.
Con un llamado directo a los senadores, dijo: “Si votan no, el pueblo se levanta y los revoca”, advirtiendo que quien bloquee la consulta popular difícilmente volverá al Congreso, porque la ciudadanía ya no quiere más intermediarios sordos ante sus necesidades.
Símbolos con historia
Petro cerró su discurso ondeando la bandera de la “guerra a muerte” de Simón Bolívar —un gesto que reivindica la lucha por la libertad— y alzando la emblemática espada del Libertador con guantes, para no dañar la reliquia histórica. No es la primera vez que recurre a estos símbolos: ya lo había hecho en su posesión como presidente, cuando ordenó llevar la espada desde el museo a la Plaza de Bolívar.
Con este acto, el presidente mostró nuevamente su estilo: directo, popular, simbólico y combativo. Y, sobre todo, reafirmó su intención de cumplir el programa por el que fue elegido. La consulta popular ya fue radicada en el Senado, que tiene 30 días para decidir si le da vía libre.
Mientras tanto, Petro sigue hablando con las plazas llenas. Y no parece dispuesto a soltar el micrófono.