En una decisión que marca un giro significativo hacia la militarización del bloque europeo, los 27 países de la Unión Europea aprobaron este lunes un nuevo plan para inyectar hasta 150 mil millones de euros al gasto en defensa.
El acuerdo, que no requiere la aprobación del Parlamento Europeo, recibió el visto bueno del Consejo de la UE y se espera que entre en vigor en los próximos diez días.
SAFE funcionará como un mecanismo de préstamos blandos que los Estados miembro podrán solicitar con base en planes nacionales. Con estos recursos, se busca financiar la adquisición de municiones, misiles, sistemas de artillería, defensas antiaéreas y antimisiles, así como proyectos en ciberseguridad, movilidad militar y protección de infraestructuras estratégicas. El objetivo: “aumentar rápida y sustancialmente” la capacidad de defensa del bloque.
Pero el plan no solo contempla armas nuevas. También permitirá financiar contratos de adquisición ya firmados, ampliando así su alcance y dejando margen a los países para cubrir compras anteriores.
Uno de los puntos más sensibles es el intento de limitar la participación de terceros países en estas adquisiciones. El reglamento establece que como máximo el 35% de los componentes podrán ser importados de fuera de la UE o de Ucrania. Aun así, se abre una puerta: acuerdos bilaterales podrían permitir elevar ese umbral hasta el 65% para países candidatos o asociados, lo que mantiene abierta la posibilidad de cooperación con potencias como Estados Unidos, aunque bajo condiciones.
La iniciativa SAFE llega en un momento en el que Europa busca acelerar su autonomía estratégica tras la invasión rusa a Ucrania, el enfriamiento del vínculo transatlántico con Washington y el creciente debate interno sobre el rearme del continente. Sin embargo, el plan también plantea interrogantes sobre el equilibrio entre seguridad y gasto público, y sobre el modelo de Europa que se está construyendo: una cada vez más armada.