La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) clausuró su cumbre de presidentes en Honduras con una declaración conjunta crítica hacia la política comercial y migratoria de Estados Unidos, aunque sin mencionar directamente al expresidente y actual candidato Donald Trump.
El documento final, que consta de ocho puntos consensuados, fue calificado como una victoria diplomática para la presidenta anfitriona, Xiomara Castro, quien logró reunir a los principales líderes de la región y evitar fracturas internas.
Entre los ejes centrales del comunicado se destaca el compromiso con la región como zona de paz, el impulso de una candidatura latinoamericana para liderar la ONU, y la necesidad de mayor coordinación en foros multilaterales. También se abordó la situación crítica de Haití, se agradeció la organización de Honduras y se felicitó a Colombia por su rol en la presidencia pro tempore.
Aunque el lenguaje del documento fue cuidadosamente moderado, los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Claudia Sheinbaum (México) y Gustavo Petro (Colombia) aprovecharon sus intervenciones para criticar, sin nombrarlo, el impacto de las políticas de Trump en la región.
Lula alertó sobre el riesgo de que América Latina vuelva a ser una zona de influencia en un mundo bipolar:
“Si permanecemos separados, la comunidad latinoamericana y caribeña corre el riesgo de volver a la condición de zona de influencia en una nueva división del globo entre superpotencias”.
El mandatario brasileño instó a una redefinición del papel regional en el nuevo orden global, basado en acción colectiva y autonomía.
Por su parte, Claudia Sheinbaum propuso una Cumbre del Bienestar Económico de América Latina y el Caribe para avanzar en una integración regional sustentada en la prosperidad compartida y el respeto a la soberanía. La presidenta mexicana calificó a los migrantes como “héroes”, cuestionó su criminalización y remarcó que “sostienen la economía de Estados Unidos”.
Gustavo Petro, el más frontal en su discurso, criticó directamente a Elon Musk y a los CEO de las grandes tecnológicas, a quienes acusó de querer imponer una visión del mundo a los latinoamericanos. Si bien no apuntó directamente a Trump, su mensaje también funcionó como una crítica indirecta al modelo económico y político que representa.
A pesar del tono contenido, los organizadores consideraron la cumbre un éxito regional. Lograron convocar a los principales líderes del continente y también aseguraron la participación —aunque mediante delegados— de países con posturas más distantes, como Argentina y El Salvador.
El resultado refleja un deseo compartido de fortalecer la voz de América Latina y el Caribe en el escenario internacional, evitando confrontaciones abiertas pero dejando claro el descontento con las actuales políticas de Washington.