Bajo el nombre de “Momento Gaza”, el encuentro celebrado en los márgenes de la cumbre de la Comunidad Política Europea en Tirana (Albania) cristalizó en un mensaje político claro: la catástrofe humanitaria en Gaza exige acción urgente, no silencio cómplice.
España, junto a Irlanda, Islandia, Malta, Noruega, Eslovenia y Luxemburgo, ha pedido a Israel el levantamiento total del bloqueo que impide la entrada de ayuda humanitaria y el fin de las operaciones militares. “Más de 50.000 hombres, mujeres y niños han perdido sus vidas. Muchos más morirán de hambre si no se actúa de inmediato”, sostiene el comunicado conjunto. El documento, cargado de un tono inhabitualmente severo en la diplomacia europea, insiste en que Israel debe garantizar acceso “rápido, seguro y sin obstáculos” a la asistencia, bajo coordinación internacional.
Las cifras sobre el terreno dan una dimensión brutal del conflicto. Solo el jueves, más de 130 personas —en su mayoría mujeres y niños— murieron bajo los bombardeos israelíes. El Hospital Europeo de Gaza quedó fuera de servicio tras varios ataques esta semana. La ONU advierte que la Franja entera se encuentra ya en fase 4 de emergencia alimentaria, a un paso de la hambruna total. Más de 70.000 niños sufren desnutrición aguda, 14.000 de ellos en estado crítico. Se trata, según organismos internacionales, de una hambruna completamente evitable y causada exclusivamente por el cerco militar.
Israel, liderado por un gobierno cada vez más radicalizado bajo el primer ministro Benjamín Netanyahu, rompió unilateralmente en marzo el alto el fuego con Hamás en un giro que analistas vinculan con la necesidad de sostener su coalición con figuras extremistas como Itamar Ben Gvir. La decisión enterró cualquier esperanza inmediata de liberación de rehenes o cese de hostilidades.
El movimiento de Pedro Sánchez no es aislado. Desde hace más de un año, su Ejecutivo defiende una política exterior basada en el respeto al derecho internacional, aplicable tanto a Ucrania como a Palestina. En 2024, España, Irlanda y Noruega reconocieron oficialmente al Estado palestino. Ahora, el Gobierno español trabaja en una resolución ante la Asamblea General de la ONU para exigir el fin del bloqueo israelí y la entrada sin trabas de ayuda humanitaria.
Además, el Consejo de Asuntos Exteriores de la Unión Europea decidirá el próximo 26 de mayo si suspende el acuerdo de asociación con Israel. Dicho tratado incluye una cláusula de respeto a los derechos humanos. La Corte Penal Internacional, por su parte, ha emitido una orden de captura contra Netanyahu por crímenes de guerra, entre ellos el uso del hambre como arma.
La reunión de Tirana marca una línea divisoria dentro de la propia UE. Frente a la tradicional ambigüedad europea ante los excesos israelíes, el bloque liderado por España representa un giro en la forma en que algunos gobiernos europeos están dispuestos a enfrentar públicamente a Tel Aviv. Sánchez —quien será el único líder europeo en asistir a la próxima cumbre de la Liga Árabe en Irak— ha subrayado la necesidad de reactivar la solución de dos Estados y avanzar en un diálogo Euro-Árabe realista y efectivo.
“Debemos asumir nuestra responsabilidad para detener esta devastación”, afirmó el mandatario español, anticipando un nuevo eje en la política europea respecto al conflicto palestino-israelí. Para algunos diplomáticos, este movimiento podría reconfigurar las alianzas dentro del bloque comunitario y reposicionar a España como actor relevante en el tablero del sur global.
En un contexto en el que la guerra y el hambre son usadas como herramientas de poder, el frente liderado por España exige algo inusual: coherencia moral y acción política sostenida. La pregunta, sin embargo, sigue abierta: ¿llegará este nuevo consenso europeo a tiempo para salvar vidas en Gaza?