Según confesiones del exdirector de la entidad, Olmedo López, y su exsubalterno Sneyder Pinilla, los sobornos salieron de contratos inflados con carrotanques para La Guajira. La plata habría terminado en maletas, entregadas directamente a los congresistas en sus casas.
Pero Petro no se quedó callado. En redes sociales dijo que Name “engavetó” su reforma pensional durante siete meses y se opuso a todo lo que propuso el Ejecutivo. De hecho, borró ese mensaje horas después, pero el mensaje ya había quedado claro: el presidente no los considera aliados, ni responsables de sacar adelante sus reformas.
Con esta decisión, el escándalo toca a pesos pesados del Congreso y desarma el discurso de la oposición que intenta vincular a Petro con el entramado de corrupción. Por ahora, el presidente insiste en que su Gobierno no reparte puestos ni maletines: “Aquí no hay adictos al poder, ni corruptos de saco y corbata”, ha dicho en varias ocasiones.
Aunque todavía hay nombres por investigar, como el de Carlos Ramón González, exalto funcionario del Gobierno y señalado como parte de la cadena, Petro ha mantenido su distancia y ha dejado que la justicia actúe. El mensaje entre líneas es claro: caiga quien caiga.